La madrugada del lunes 28 de noviembre la madre de nuestra compañera y alumna Irene Simón encontró una liebre recién atropellada en una carretera de la comarca de Molina de Aragón. Irene nos lo comentó en clase el martes y decidimos realizar su disección.
El miércoles por la mañana nos pusimos a ello.
Lo primero fue ponernos los guantes y, en algunos casos, las mascarillas de cirugía ...
y disponer el material quirúrgico (cubetas, bisturíes, pinzas y sonda acanalada) y, por supuesto la liebre sobre los papeles de filtro.
Comenzamos haciendo una observación externa.
Destacaba la longitud de las orejas ...
Vimos el color del pelaje, una adaptación para pasar desapercibido en los ambientes abiertos en donde vive y un camuflaje perfecto cuando se amaga sobre el suelo.
Los distintos tipos de pelos: los cortos que forman la borra y que le ofrecen aislamiento, los largos corporales para escurrir el agua y los larguísimos de la cabeza que los emplea como sensores táctiles ...
Comparamos la gran y desigual longitud de las patas, una adaptación para la carrera y el salto ...
y la longitud y efecto cortante de los incisivos ...
Comenzamos a hendir la piel con el bisturí. El corte fue fácil y enseguida comenzamos a separarla accediendo al interior ...
Tras observar los músculos pectorales y los abdominales, seguimos cortando y accedimos a la masa abdominal ...
y, tras cortar la caja torácica con las tijeras de disección, llegamos a su interior ...
Extrajimos el corazón. Nos llamó la atención su gran tamaño. Era muy grande en relación con el del resto del cuerpo, lo que nos hizo pensar en otra adaptación a los esfuerzos muy intensos, como puede ser la carrera para intentar huir de un galgo, por ejemplo ....
Observamos sus pequeñas aurículas y enormes ventrículos. Y tras cortarlo lo llevamos a la cubeta de disección.
ocultos, bajo el corazón estaban los pulmones. El derecho con tres lóbulos, el izquierdo con dos. Y conectando con ellos, la tráquea, con sus anillos cartilaginosos ...
El estómago estaba muy ensanchado y parecía poco musculoso. Contenía una papilla vegetal, el quimo. Y, bajo el mismo, el enorme hígado, con sus respectivos lóbulos ...
Véase sus dimensiones en relación con el corazón (ya seccionado) y el riñón. Éste fue abierto y mostró con todo detalle la corteza, la médula y la pelvis ...
Nos llamó la atención la posición elevada de los riñones en el conjunto de la cavidad abdominal.
Seguimos con el intestino delgado. Larguísimo, como bien muestra esta imagen ...
Seguido por el intestino grueso, un ancho almacén en donde debe retenerse el quilo para culminar la hidrólisis de la celulosa, uno de los nutrientes más abundantes de la dieta herbívora de la liebre. Del grueso intestino surgía un conducto, también musculoso, que contenía los "pelotillos" que serán los futuros excrementos. Nos recordaron a un rosario. Cortamos todo ello y lo depositamos sobre la cubeta.
Cortando desde el hocico conseguimos ver los huesos nasales, muy similares a los que habíamos visto en los cráneos de cabra montés que habíamos analizado días antes.
Y ahora a por el encéfalo. Necesitamos de un martillo y de un destornillador de punta plana (y algo de fuerza) para abrir la caja craneal. Durísima. Todo un búnker.
En su interior encontramos el cerebro. No muy voluminoso, por cierto.
Y, a los lados, los dos globos oculares. Muy grandes. Una nueva adaptación para sobrevivir en un medio en el que los peligros son cotidianos y la vista es un sentido esencial.
Nos costó, pero logramos cortar la correosa esclerótica y dejar salir al húmor vítreo, muy viscoso, consiguiendo además que saliera el cristalino ...
Los genitales no los vimos bien. El impacto del coche había destrozado internamente de la parte final del abdomen. Pero sí los músculos de las extremidades posteriores y del dorso ...
En fín, fue una actividad intensa y emocionante. Un ejercicio de anatomía comparada, relacionándola con la anatomía humana que estudiamos en 3º ESO, con el esqueleto de los micromamíferos que se analizó en la egagrópila de lechuza en 4º ESO y, algunas, con la Anatomía Aplicada de este curso.
La aprensión se nos pasó desde el primer momento, pero el "olorcillo" de las vísceras no lo enmascaramos ni con alcohol.
Pero ... ¡mereció la pena!
Una gran experiencia para recordar de este curso!
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